jueves, 23 de mayo de 2013

Mátame

- Mátame

En ese momento la muerte me miró con asombro, incredibilidad, dejadez... 
No quise pregunte más, en mi mente solo se repetía la misma frase una y otra vez, como un lejano eco que cobraba más fuerza según pasaba el tiempo ¿Lo harás?¿Lo harás?
Hay cuestiones que es mejor no preguntar, por ignorancia, por inocencia por lo que sea, pero no preguntes. Era una de esas situaciones, dolería más la propia respuesta que la misma afirmación.
Estaba muerto por dentro, ¿qué más me daba si iba a acabar conmigo para siempre sin que yo lo supiera con certeza?

-Mátame, no entiendo por qué quiero que lo hagas pero hazlo. 

Volvió a mirarme apartando la vista de mis pupilas endemoniadas por un blanco ángel, pidiendo algo que sabría que al igual que acabaría con esta tortura me diese la libertad para salir de aquél trance.
No hizo nada, impugne y sin escrúpulos giró la cabeza, cogió su empuñadura y retrocedió.
Quería, lo deseaba, pero no podía matar a un inocente, aunque el hecho de dejarle vivo fuese sin embargo la muerte más prematura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario