lunes, 10 de octubre de 2011

Bajo el calor de las velas.

El texto que leerán acontinuación, lo presenté a un certamen de mi localidad, el certamen se titulaba "Cartas de amor". Por desgracias (o por suerte, según lo mire) el concurso finalizó y yo no estaba entre los elegidos.
Este texto tiene nada más y nada menos que un año de antigüedad... Espero que lo disfruten y lo valoren más que el jurado.

Suena el piano, y con él esa canción que nos cautivó. Esa melodía clásica de Chopin, tranquila, pausada, romántica…
A nuestro alrededor el irradiante calor de las llamas, causado por más de cien velas diferentes que nos llamaban con ese pequeño zumbido lumínico, y finalmente los pétalos rosas, rojos, morados; con aquel olor aromático que nos recordaba que estábamos solos en aquella apartada habitación.
 
Todo a nuestro alrededor era perfecto, indescriptible para las personas que nunca han pasado por algo similar…Era nuestro momento, Miriam, nuestra primera vez. ¿Te acuerdas de todo, verdad? De cada palabra, de cada movimiento que hacía con los ojos, con las manos, con la boca, esa boca que, según dices, te enseñó el verdadero significado de la palabra amor.
Pero nada es eterno y menos la relación que mantuvimos a distancia, viéndonos unas pocas horas a la semana, apenas tres…
Nos daba igual. Nos queríamos. No existían barreras. Nada podía con nosotros, nada era capaz de separarnos; cuanto más nos distanciábamos, más nos amábamos… Aún hoy recuerdo ese sentimiento. El tiempo todavía no ha conseguido llevárselo al igual que hizo con otras muchas cosas.
 
Es por ello que escribo esta carta, aún sigo removiendo el pasado y buscando una explicación al motivo de nuestra ruptura, preguntándome día tras día, cuál fue el error, cuál fue el detalle, cuál el momento.
Juro que he intentado por todos los medios seguir mi camino, lo juro, pero es imposible.
Lo aposté todo contigo, me lo jugué a una carta y lo perdí.
Pensé que sería capaz de conquistar el mundo junto a ti, pero me equivoqué.
El amor es una constante trampa, el único sentimiento que juega con las personas, las manipula a su merced, las hace sentir superiores y, cuando consigue lo que se ha propuesto, te lo arrebata de una manera tajante, sin pensar en las posibles consecuencias. Le da igual el dolor que te cause, disfruta con cada pequeño sollozo, con cada lágrima fría; vive de eso, vive de la tristeza, de las desilusiones, vive del odio que deja tras de sí…
Así me sentí yo, y aún así, me sigo sintiendo.
Contigo lo aprendí todo, y no aprendí nada; sigo cometiendo los mismos errores, viéndote detrás de los espejos, creyendo que volverás, como si de un crío pequeño se tratase.
Pero no, en lo más profundo de mí, sé que no aparecerás, y por eso mismo he quemado todo lo que me recordaba a ti: las fotos, las cartas, las velas de nuestro primer encuentro y… curiosamente el viento me ha devuelto sus cenizas mientras volvía a casa. ¿Entiendes ahora el motivo por el cual es imposible olvidarte? ¿Lo entiendes? ¡Es una impotencia senil que solo consigue que esta mente joven piense constantemente en ti!
 
Espero que esta carta calme mis ganas de hacer algo que no deseo, calme mi locura, mi tristeza, mi odio hacia ti… calme mis ganas de volver a nacer.

jueves, 6 de octubre de 2011

La limitación de ayudar

Puede que hacerte feliz en un mísero instante sea la clave para que esto siga adelante. Puede que el verte triste, casi al borde de un precipicio sentimental y sacarte una pequeña sonrisa que de a entender que encontré la sutileza del gesto feliz, me de la satisfacción y el gusto de seguir queriéndote como el primer día que nos dimos cuenta que esto era más que un simple tira y afloja, desde el momento que sentí " peligrosidad" en aquel lugar en el Zoco de una noche religiosa.
Puede que en algún lugar de mi " infantil comportamiento" esté la solución al mismo y repetitivo problema, puede incluso que necesite ayuda de algún licenciado, o de acudir a una de las miles casas de citas y quedarme allí para siempre.
Da igual, hay veces, momentos en los que te siento como la dulce flauta, atractiva, llamativa, cautivadora con su suave melodía... Pero de la misma manera, dura, fría y "desafinante"
con esos agudos sonidos que penetran el tímpano destrozándole de una manera explosiva, dejando la sordera en una parte del cajón de los que nunca duermen.

Pero no, hoy me voy a limitar a ayudarte, intentar aliviar tus lágrimas mediante susurros, secándote cada rosada parte de tu cara con el absorber de un beso compasivo y saber que pese a mi ausencia interna... Yo estaré ahí.