sábado, 12 de febrero de 2011

Tiempo de locura

Eres increíble, o por lo menos es lo que mi enferma mente piensa. Estoy obsesionado, deseando que se cumpla lo inevitable, y una vez sucedido esperar.
¿Cuánto puede faltar? ¿Uno, dos, cuatro...seis meses?
No tengo ninguna prisa, mi paciencia ha demostrado que puede llegar a ser infinita, y aunque me pueda equivocar, me es indiferente.
Quiero probar si eres tú o soy yo, si son mis ganas o mi empeño. Quiero liberarme de estas cadenas invisibles que nadie consigue ver...
Quiero romper el clavo, empuñando un viejo martillo de cartón, intentando golpear con la blandeza del alma, con la estupidez de saber que es algo pasajero como lo es todo en esta efímera vida.
Y cómo no, quiero volverte a ver. Pero esta vez sin sufrimientos, sin extrañas miradas, sin sucios juegos... simplemente mirar, ver, sentir.... saber que eres como todos, vulnerable. Saber que estas a merced de los sentimientos, que tu sangre hierve, que tu cuerpo se estremece, que los escalofríos recorren tu cuerpo si previo aviso, que yo jamás me equivoqué en saber quien eres realmente.
Quiero que pase el tiempo, que las manecillas del reloj dejen de cantar el odioso movimiento de un tic- tac que no tiene fin, y que sigan su camino en silencio, como cada uno sigue caminando sin ser escuchado por los demás, siempre en silencio.
Quiero volver a la realidad, dejar de distorsionar lo que me rodea y ser lo que realmente soy, un humano en un mundo de locos.

viernes, 11 de febrero de 2011

Simple palabrerío

Odio las mates... bueno en realidad no las entiendo, o mejor dicho, no quiero entenderlas.
Si son avispados se darán cuenta que esto lo escribo  desde una de esas aburridísimas clases de funciones, asíntotas y tabla de valores pintadas en la pizarra sin "comprender" el porqué de esa explicación.
A si que mientras mi profesora piensa que estoy atento y copiando todo lo que explica en la típica plataforma verde, en verdad, me he puesto a filosofar (como de costumbre) sobre distintos temas.
Hace unos días, mientras mis defensas procuraban no contagiarse con los virus típicos de la época, pues mi dolor de garganta era bastante incómodo, escribí una frase que subí al tuenti y al twitter y que mucha gente que la ha leído me ha dado una grandísima razón.

"Ahora los te quiero son un "Hola", los te amo un "Hasta luego" y los te necesito un "Buenas noches"

Y es que los afectivos ya no son lo que eran...
Cuando era más canijo, y mi nivel de razonamiento era el suficiente, la expresión " Te quiero" tenía fuerza. Una expresión que el mero hecho de decirlo era algo muy poco habitual y solo se escuchaba en las típicas películas de cine. Decir " Te quiero" era muy extraño y si por un casual lo decías era porque verdaderamente sentías ese cariño.
Con la expresión " Te amo" pasa exactamente lo mismo que con la anterior, salvo que para decir esta es necesario pasar por la mencionada anteriormente. Personalmente esta dos palabras, este "Te amo" es algo que verdaderamente siento, para mí, decir "Te amo" significa, no una simple palabrería, no, sino un sentimiento que tengo que expresar, que tengo la necesidad de expresar...
El “ Te necesito” es venderse, es decir de una sutil manera, << Sin ti no puedo estar>>
¿Por qué esta explicación?
Desde que estamos en la denominada “era tecnológica” las redes sociales se han convertido en el centro de la comunicación existente y estas expresiones se utilizan de una manera descontrolada, como si de alguna extraña manera fuese obligatorio decirlo.
Todo ha perdido significado. Ya no sé si me lo dicen porque es verdad o por quedar bien… ya no se sabe lo que cada uno siente.

martes, 1 de febrero de 2011

El lado opuesto. (I Parte)

Subí las escaleras, dos pisos para ser exactos, y continué hacia la primera puerta con la que me topé.
Al atravesarla pude llegar a distinguir a los acompañantes con los que estaría aquella tarde de enero, y comencé a saludar de manera educada, divertida y algo vergonzosa.
Nos acoplamos en el sofá, conversando sobre distintos temas entre los cuales el baloncesto fue por excelencia el más removido.
Tras un titubeo con el DVD y algún que otro incidente sin importancia, dio comienzo la película.
La verdad, es que el proyector y la gran pared que hacía posible visualizarlo, daba la verdadera impresión de encontrarse en un auténtico cine.
Tras el comienzo me mantuve de manera firme, concentrado en el argumento cinematográfico que se distinguía desde mi cómodo asiento, no quería darle importancia a lo que sucedía a mí alrededor, pues sabía bien que iba a conseguir cierta incomodidad dentro de mi persona.
Seguí sentado, esta vez comiendo una especie de cóctel de diferentes tipos de snack con la peculiaridad de comenzar a lo que realmente había ido.
Si soy sincero desde mi llegada comencé a hacerlo posible, pero hasta preciso instante no opté por dar los primeros pasos.
Cada uno nos situamos en los lados opuestos del acolchado sofá, de diferentes posturas y acompañado por diferentes roles de personas. En mi caso, el acompañante se trataba de un viejo amigo, y en su caso de su actual "novio”.
Nuestras miradas se cruzaban constantemente, la oscuridad no era inconveniente, pues la poca luz que había era la necesaria para contemplarnos el uno a otro. La sutileza, la vergüenza, y el escondite de nuestros rostros bajo la presencia de los demás hizo el resto.
Ambos sabíamos lo que cada uno pensaba y los dos estábamos poniendo las reglas a un juego no escrito, no hablado... Un juego que al cien por cien seguro, traería problemas.

Punto y aparte.

Tengo que reconocer que ahora mismo me encuentro perdido y desorientado. El suceso de esta mañana y la equivocación más absurda, ha sido el motivo por el cual he suspendido.
No he aprovechado la oportunidad, no he sabido exprimir la grandísima suerte que he tenido, si no por el contrario me atrevería a decir que he abusado de ella.
Mientras meditaba todo esto, y mientras mis sueños me daban otra perspectiva de lo ocurrido, avisándome y consolándome al mismo tiempo, he adquirido la sensación de saber que los dos primeros días de mes las cosas se tuercen, y por casual que parezca, adquiero una confianza que seguramente no sea la adecuada.
A si que hoy, donde mis ganas, no de vivir- pues es absurdo por algo así- pero sí de vaguedad y donde mis lágrimas no han caído, pues juré que no lo harían, me siento en la tremenda duda de contactar con la única persona que posiblemente me haría esbozar una breve sonrisa. Y como yo, vivo de reír, temo que hoy la llamaré.