viernes, 10 de mayo de 2013

El mismo ser

Agarró sus dos manos con su mano derecha, le miró a sus ojos con miedo, mantuvo la compostura apenas unos segundos y bajó nuevamente la cabeza.
Con la mano sobrante abrazó los dedos de su acompañante, fijando esta vez la mirada en aquellas manos que mantenía entre las suyas.
Las acarició un poco, volvió a subir la mirada a su misma altura y con una voz temblorosa en busca de un respuesta convincente preguntó:

- ¿Verdaderamente es tan difícil?

La persona que tenía enfrente no se inmutó, seguía mirándole a los ojos pero con la mirada puesta en cualquier sitio menos allí.
Bajó nuevamente la cabeza, desilusionado por la respuesta silenciosa, y sin darse cuenta de ello, separó sus manos de quien le parecía ahora un extraño y las escondió bajo su regazo.
Él seguía sin moverse, buscando en la nada la respuesta que le habían formulado.
Pasaron unos minutos en silencio, pues donde se encontraban, un lugar oscuro y solitario no había cavidad para otros sonidos exteriores.

- Debes de hacer caso a lo que mayor felicidad te produzca. Soltó sin dejar de lado su postura.

-¡Genial! -Pensó la Razón- ahora encima tendré que hacerte caso a ti.

Esta vez volvió a bajar la cabeza negando la absurda respuesta del sabio, aunque en parte era algo lógico, no obstante, no buscaba ese tipo de respuesta.

- ¿Sí o no? - Volvió a preguntar- ¡No es tan complicado! Busco eso, un sí o un no. No quiero fachadas de color de rosas.

- Si verdaderamente es tan fácil, ¿Por qué no le buscas tú, Razón, una respuesta más razonable?

El muchacho comenzó a enfadarse, más aún de lo que ya estaba. Respiró, volvió a bajar la cabeza de impotencia y agarró su pelo con sus dos manos.

- No hay razón lógica...

El Corazón río, su postura sería, apática e insípida cambió derrepente a una más alegre, más confiada y más natural.
El muchacho se quedó perplejo, no entendía ese cambio brusco de humor, su problema era serio y él, por el contrario se reía. No entendía nada.

-Has de superar esa barrera -Comenzó el sabio- no todo tiene una lógica, una respuesta clara. Hay veces que tienes que dejarte guiar por mis enseñanzas.
Lo que quiero mostrarte es difícil, más complicado que un ejercicio lógico de filosofía o álgebra, eso se entrena, se entiende y una vez aprendido fluye solo.
Por eso, tú Razón, buscas lo que comprendes, las respuestas a los problemas, y no tienes en cuenta que detrás de cada respuesta se esconden cientos de teorías.

La Razón no entendía nada, ¿Era posible encontrar respuestas ilógicas? ¿Qué sentido tenía aquello?

- Párate a pensar un momento... Razona lo siguiente y cuando algo no te encaje pregúntame.

El muchacho, la Razón, iba a interrumpir pero el Corazón prosiguió.

- Toma estas dos cartas, yo tendré en mi mano estas dos. -Ninguno enseñan sus cartas y comienzan lo que parece una partida de poker - Si tuvieras que apostar con esas dos cartas, ¿Lo harías?

La Razón mira su mano y ven un siete de picas y un nueve de trébol.

- No es una mano muy buena la verdad. Respondió de manera indiferente.

- Pero algo dentro de ti quiere jugarla.

La Razón comienza a entender algo, pero se mantiene al margen.
Apuestan y salen las tres primeras cartas:
Un As de corazones, un seis de picas y un Rey de trébol.
El Corazón mira sus cartas y apuesta fuertemente.
La Razón tambalea, ¿Cómo va a seguir con esa mano? "Algo dentro de ti quiere jugarla"
Coge aire, mira al frente e iguala la apuesta.
Cuarta carta, un 10 de rombos.
El sabio vuelve a apostar fuerte, tres veces más que al principio.
La Razón duda, una y otra vez, sólo le valen los ochos para una escalera, hay cuatro ochos en una baraja de 52 naipes, ¿Cómo va a arriesgarse a eso? ¿ y si su acompañante tuviese un ocho? Sólo quedarían tres, tres de cincuenta y dos.
Dudó mil y una vez, lo tiene decidido, no es lógico, no es razonable, se va a tirar de la partida.
No tiene nada que pueda salvarle, ni tan siquiera una simple pareja.
"Algo dentro de ti quiere jugarlo"
Pero la Razón por más que piensa en esa frase no puede perder más dinero del que ya ha perdido, no tiene ninguna oportunidad.

- Me retiro. Dice finalmente.

El Corazón vuelve a sonreír, contento por su victoria. Cuando este va a recoger su recompensa y las cartas esparcidas por la mesa, la Razón le interrumpe.

- ¡Espera! ¿Qué carta hubiese salido?

El Corazón tambalea, mira el mazo que tiene entre sus manos, coge la primera
carta y... La mete entre el resto de naipes.

- ¡Pero qué haces! ¿Por qué no lo enseñas? ¿Hice bien, no? ¡No tenía oportunidad, jugué y me rendí cuando supe que no tenía opción!

- Pero sin embargo querías saber que carta iba a salir. No estabas seguro, si lo hubieses estado, ¿Para qué preguntar?
Esa sensación de poder perderlo todo y aún así seguir adelante es el corazón, mi respuesta. ¿Qué hubiese pasado si sale ese ocho - ¿Cómo sabía que me faltaba esa carta? Duda la Razón de ello. - Que te hubieses ilusionado, y con incredibilidad hubieses aceptado tal victoria.
Pero si por el contrario no hubiese salido la carta esperada, aún habiendo apostado y teniendo la certeza de perderlo todo hubieses creído que siempre tienes razón, y que lo lógico está por encima de todo.
Pero hay cosas inexplicables, que el corazón, oseáse yo, puedo mostrarte y que son ante todo ilógicas.
Es muy sencillo, guíate por el corazón pisando la senda de la razón, persígueme a mí, pero serás tú quien me aconseje que camino tomar.

La Razón incrédulo miró la carta que sobresalía, la que el sabio había guardado.
La cogió y vio ante su sorpresa que era una carta en blanco.

-Hay veces que ni la carta que necesitamos nos hace felices del todo, porque antes de esa carta hay cuatro más, cada cual nos ha dado una alegría o una desilusión, y tiene que ser la última la que nos muestre que el resto de cartas, el pasado, ya no tiene solución, la última es en la que tenemos que pensar para ganar o para perder. ¿Acaso vas a seguir lamentándote por el pasado?¿Por seguir en él? ¿En la que salió y no lo hizo?
Eso ya no es corazón o razón, es ilusión, y por desgracia es el corazón quien engaña a la razón para que esto ocurra.
Y es ahí, en ese momento cuando tú debes de aparecer.

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