miércoles, 20 de marzo de 2013

La tostadora valiente.

-Otra vez no... Pensó mientras tumbado en el la cama sonreía de una manera estúpida.
-Otra vez esa estúpida sensación no, por favor. Pero es inevitable, uno no elige de quien y en que momento cae, rendido, ante la persona que se postra ante nosotros, intactacta, serena, idealizada....
Y él, no iba a ser menos, y pese a ese manto de lluvia que cayó, y aterrizó durante meses en sus mejillas, se adentró de nuevo en aquello.
Esta vez, más valiente, más confiado, pero con las mismas inseguridades... Sin embargo, algo cambia, otra vez el destino, la suerte o un alarde de ingenio por parte de quien se divierta dirigiéndonos a nuestra ignorancia, nos manda por un camino incierto, dudoso pero, como digo, diferente. Un algo que nos involucra de nuevo en los tentáculos de nuestros deseos, de nuestra racionalidad, de nuestro propio engaño producido por oxitocina.
¿Pero qué ocurre cuando esa diferencia, es el cariño, es el aprecio y es la sinceridad? Que el sentimiento es más puro, más real...
Él lo sabe, y aunque una parte de su pequeña persona siga un paso por detrás, defendiendo su órgano vital, una de ella, la irracional corre desfasada a buscar entresijos, excusas y cómo no, celos absurdos.
Pero esa noche, sus inseguridades por un segundo, desaparecieron, tal vez otro engaño, otra idealización, o simplemente miedo. Ni él mismo es capaz de describirlo.
Simplemente sabe que aunque no lo diga, le quiere, pero que guarda esas dos palabras para que no pierdan significado, para que cuando las diga al mundo, sea la tostadora valiente que siempre a sido y que durante unos años dejó de ser.


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