domingo, 24 de abril de 2011

Cuatro gotas de lluvia.

Posiblemente me guste tanto este lugar por la inmensa tranquilidad que me transmite, o bien porque me hace reflexionar como ningún otro lugar lo consigue.
Ante mí, se divisa una inmensa montaña verde, mezclada con diversos colores, rodeada por el intenso ajetreo de la ciudad, de los coches que huyen a una velocidad artificial y de un lago, seguramente artificial también, pero que le termina de dar el último toque al extenso paisaje que se encuentra ante mis ojos.
Aquí, no existe el ruido. Lo único que se puede escuchar es el soplido de una brisa que corretea por cada uno de los arbustos, mezclado por el cántico de cuatro pájaros que revolotean jugando con las liebres que salen de sus madrigueras debido a la temperatura primaveral.
No hay más, simplemente eso, tranquilidad, yo y mis pensamientos, no existe nada más.
Así y con la ayuda de un papel y bolígrafo que no paran de moverse, comenzaré a escribir lo sucedido durante estos días y comprobar de esta manera si verdaderamente debo de arriesgar.
Aquí, delante de la ciudad de Madrid, comienza mi reflexión.

El lugar en el que me encuentro ahora mismo no llueve, pero aquel día, a kilómetros y kilómetros de aquí si lo hizo.
La tormenta que se nos avecinaba daba auténtico temor, no dejando indiferente a las personas que se encontraban entre nosotros.
Cada relámpago traía consigo un sin fin de gotas de lluvia y con estas, un intenso viento que empujaba las olas de un mar no muy lejano a nuestra posición.
Allí estaba yo, mojado por aquella tormenta tropical, calado hasta el más mínimo rincón de mi cuerpo y acompañado por alguien a quien como yo, comenzó a degustar la extraña e inusual situación en la que nos encontrábamos.
Ahora y tras haber pasado unos días, enlazo esa tormenta con un sin fin de dudas que como siempre y sin precedentes vuelven sin haberlas pedido.
La verdad y siendo sincero, no encuentro explicación alguna a esta semana, ni tan siquiera al repentino interés en el que ha sucedido todo.
Situaciones como esta son las que me hacen pensar si verdaderamente no estamos controlados por nada ni por nadie. Es como ¿Yo? con ¿Ella? Jamás se me hubiese ocurrido y sin embargo allí nos encontrábamos, con la lluvia cayendo por nuestros párpados, deslizándose hacía cada uno de nuestros labios, mezclándose las unas con las otras... Todo volvía a pararse, sí otra vez, como antes, como cuando algo en mí sucedía y no supe controlarlo.
No es perfecta ¡lo sé! y es que con esto he conseguido darle vueltas a que la perfección en una persona no existe, y el motivo, sencillo y a la vez algo complejo consiste en que para unas personas lo que puede ser un defecto, para otras puede ser una virtud, y así es imposible....¿Esto es lo que quieres que aprendiese?¿Qué la perfección no existe?¿Es eso?¿Es que quieres darme otra lección Vida?
No entiendo el motivo de este suceso, ni el motivo de que ahora exista una celestina que me ayude a algo que no quería, que no quiero y que no sé por que me está haciendo escribir todo esto de una manera tan efímera.
Ella, la celestina, aquella que con una frase hizo que le diese vueltas a un tema del que tampoco quería darle mucha importancia soltó:
"Bueno si hay dudas, es bueno, si ni si quiera te lo replanteas sería peor, porque la duda indica cierto interés"
Con esto, consiguió que me diese cuenta  que si esto sucedía era por algo y pensando y pensando, he traído a mis memorias otra frase, menos célebre pero más cierta aun.
Una frase que iba directamente dirigida a mí, y que con un simple <<Quiero tenerte antes de que te vayas>> y su posterior rechazo por unos "ideales" que creo que sigo manteniendo, es el perfecto estado de rebeldía que necesitaban mis aclaraciones para volver a remezclar sentimientos, recuerdos e invitaciones poco discretas.
Pero en fin, así es el camino, lleno de piedras, de lugares donde arriesgar, donde echarse para atrás, donde descubrir nuevos errores que se convertirán a largo plazo en experiencias.
Aquí sentado frente a la más absoluta tranquilidad y alejado de todo problema referente a mi persona, escribo este texto, a sabiendas que no me aclarará nada, sabiendo que como siga así, enloqueceré en un sin fin de respuestas en las que el sí y el no se disputarán mis próximos meses... mientras tanto solo queda recapacitar.

1 comentario:

  1. Creo que la Celestina sólo quiso ayudar, porque sabe que necesitabas un empujón, y ella conocía bien a la otra persona. Esa tal Celestina, se siente feliz seguramente de haber cambiado tus intenciones :)

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