domingo, 6 de marzo de 2011

Las cuatro horas de madurez.

Cuatro horas. Ese es el tiempo que en dos días he dormido. Cuatro cortas horas que me han dado las " fuerzas " suficientes para no detenerme en ninguna de mis tareas y en ninguna de mis complicaciones.
Esta semana ha sido un tanto curiosa. Ha tenido sus partes buenas, malas y regulares. Y aunque siempre hay que quedarse con lo bueno, esta vez me toca como siempre pensar...
Madurez.... ¿Verdaderamente la poseo? Unos creen que sí, no lo discuten, lo opinan, lo dicen sin ataduras.
Pero hoy una persona me ha mencionado una frase que no me ha llegado a molestar ( pues la persona que me lo ha dicho, dudo mucho mucho que sea verdaderamente y estrictamente madura) pero de la forma que me la a planteado, a conseguido que reflexione.
Ahora bien, ¿reflexionar sobre qué? ¿sobre los sucesos que han ocurrido tanto en el ámbito interno o externo? ¿Sobre mi cabezonería respecto a algo tan sencillo como son las contradicciones? ¿el comportamiento, la situación, el lugar...? ¿sobre qué? ¡Explíqueme!

Y ahora pasamos al segundo tema de reflexión. ¿Por qué? ¿Para cuando? ¿de verdad?

No, tranquilos, este no es el tema... o ¿Sí? sí, sí lo es. Son las preguntas que uno se hace cuando por una parte piensa que ha metido la pata y por otra dice : En el fondo tenía que pasar así...

Al fin y al cabo, y aunque esto último no lo entiendan, no se preocupen. Son cuatro horas. ¿Qué pueden esperar?

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