Su sonrisa con luz propia fue la culpable de que a día de hoy siga buscándola por las esquinas. Su personalidad, unida a esa belleza tan perfecta, no ha hecho desde entonces preguntar en qué momento no opté por mantenerla lo más cerca a mi persona.
Pese a los años que han pasado, esa luz sigue sin desvanecerse, con la incertidumbre de si en algún momento mi ilusión acabe por eliminarla. Quién sabe sino lo ha hecho ya, por el deseo que todos tenemos de encontrar ese algo que nos haga levantarnos por las mañanas con un poquito más de ganas.
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